- Las voces incluidas a continuación son las de una guía operaria que trabaja en el Gran Malecón y la de una emprendedora que tiene un local comercial
Sus ojos permiten conectar directamente con su esencia. No se necesita conversar mucho con ellas para conocer de su nobleza; nobleza que irradian y denotan entre la pausa de su hablar y cada palabra que dicen, acompañado de los sabios consejos propios de sus vivencias y del transitar por la vida. Así son ellas, las Magdalenas, cientos de mujeres que a diario trabajan, andan, caminan por el Gran Malecón dejando huellas.
Sus experiencias de vida son diversas, algunas con una niñez excepcional, alegre, de muchas risas y felicidad como las de las niñas en el Caribe Colombiano o no tan “fácil” porque tuvieron que pasar situaciones difíciles que forjaron en ellas el carácter y fuerza propio de mujeres resilientes y soñadoras.
Con la voz quebrada y lágrimas en los ojos, una Magdalena recuerda cómo fue su niñez, la cual considera fue importante para lo que es hoy día, porque “ forjó en mí muchas cosas, entre ellas el carácter y creó la convicción de luchar para que nadie más de mi familia pase por lo que tuve que vivir”, afirma.
Pese a lo vivido, las mujeres Magdalena día a día se esmeran por dar lo mejor sí, son soñadoras, inspiradoras, dulces, luchadoras e inagotable por sus metas: capaces, auténticas como el río Magdalena.
“Mi emprendimiento es motivación, por el que me levanto cada mañana, voy tras él. Siempre tengo presente la motivación para sacar cada propósito adelante con esa resiliencia y determinación”, enfatiza Magdalena emprendedora.
Gracias al amor, entrega, amabilidad, escucha, pasión y perseverancia, entre otras descripciones que ellas mismas hacen de sí, ocupan un lugar especial en el corazón de quienes están a su alrededor: familia, amigos, vecinos y compañeros de trabajo, por lo que les concede el título de extraordinarias, desde lo que cada una es capaz.
Magdalena soñadora enfatiza que “para mis compañeros de trabajo soy como una mamá, así me dicen, porque al ser ellos menores que yo siempre estoy allí para guiarlos, escucharlos y aconsejarlos”, concluye.
En el río Magdalena ven el reflejo de lo que son como mujeres: fuertes, grandes, amplias, que construyen y son la corriente que movilizan a todos los que están en sus vidas para que sean mejores “personas y seres humanos”.
Asimismo, llevan consigo a todos lados esa tenacidad y fortaleza de mujer Magdalena, de siempre estar buscando nuevas metas por cumplir, caminos por recorrer y superarse.
Así son ellas, mujeres, madres, luchadoras, trabajadoras, nobles y únicas. Tienen nombre de María, Lucía, Nydia, Martha, Luisa, Karen, Leidy, Daniela, Diana, Dulce y Magdalena.